A veces las cosas cambian, las relaciones cambian.
Por momento necesitamos una sinceridad casi brutal y al rato solo complacencia, solo oír lo que queremos. Ese oír es escapar, por no poder afrontar o por no tener ganas de hacerlo.
Así las cosas hay gente que necesita de doble atención. Por un lado demostrar que necesitan la brutalidad que a veces (las menos) nos dan los amigos y por otro lado la necesidad de evadir lo que sucede. Rara combinación… o difícil maridaje… da igual.
Cuando esto sucede juntándose en una sola persona la necesidad de llamar la atención, el deseo de convertirse en mártir y la inexplicable necesidad de rechazar a quienes se preocupan y nos obligan a enfrentarnos con la realidad incómoda, llegamos a una mezcla que mamita querida.
Y ante todo esto quienes se preocupan pueden ser considerados los personajes incómodos de la novela, aun por sobre el depresivo con auto que no deja a su mujer, o por sobre el trigésimo noveno amor que no va a ninguna parte y del cual no se puede uno desprender, o por nuestros padres y el putito mundo que nos toca.
Sea como sea llega el momento en que las cosas cambian y de repente quien se preocupaba por nosotros dice… Andate a cagar!