Hoy me desperté y me di cuenta que mi mano izquierda se levanto buscando de forma desesperada a su derecha., pero no mi derecha. Para mi mano izquierda mi mano derecha esta bien donde esta, ella no busca a la mano derecha que la acompaña desde hace veintitantos años, quiere encontrar a una mano derecha que se sitúa en frente con uñas largas y esmaltadas.
Ya no quiere acariciar pelos castaños, ni nucas que se crispan a su paso, hoy no quiere detectar la dulzura de un mentón, ni el rubor de un par de mejillas.
Mi mano izquierda no siente la necesidad de recorrer un pecho palpitante para encontrar Los Andes de unos senos, ni descender hacia los pecados de un vientre tibio, ya esta harta de glúteos de durazno Centella Queen, y de tersos muslos que se contraen al primer roce de ella con el sexo.
Mi siniestra se enreda en la pesquisa de su compañera de viaje, a esa derecha que no dejara escapar, que aprisionará como al agua o a la arena entre los dedos, quiere hallar esa belleza de dedos lánguidos y de uñas esculpidas brillando al sol, la palma de la mano con suavidad de Nivea Pons, para recorrer la línea de la vida de esa mano derecha, trepar su monte de Venus, encontrar la ubicación exacta de Júpiter entre el índice y el mayor, explorar cada tarso y metatarso, cada falange, describir uno por uno los surcos que escriben las huellas digitales.
La quiere dormida para que no pida explicaciones, solo quiere que responda al estimulo.
A mi mano izquierda la hará feliz la respuesta de una yema sobre su dorso. No quiere sueños desmedidos, ni eternos, ni cárceles de guantes quirúrgicos, quiere la libertad de la sombra de paloma contra la pared a las seis de la mañana, quiere un continuo despertar con la derecha amada. (enero del 2003)
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