lunes, 10 de enero de 2011

Viaje

Un amigo me llamó en la semana y me dijo, el viernes nos vamos a la playa. Realmente no tenía ningún plan (y algo habíamos hablado unas semanas antes, aunque con mi amigo nunca se sabe) y me estaban ofreciendo estar en otro lado por dos días, ir por la ruta escuchando música, así que allá fuimos.
Cuando llegamos era de noche y hasta el otro día no vimos la playa. Sentado ahí viendo el mar, me di cuenta que si alguien me dice de irme de vacaciones a la costa…no iría… quizá mucho tiempo de estar en la arena o estoy un poco grande y ahora me molestan cosas como... la arena
Pero volviendo a lo “importante” hay una especie de conexión entre el mar y los pensamientos. Vos estas ahí, no tenes porque comenzar a divagar con nada, no hace falta porque hay sol, arena y viento, porque puede que haya música o gente jugando al futbol…pero en cuanto miras el agua, el ir y venir de las olas, la espuma…comenzas a pensar, es como una especie de hilo invisible que cuando se va la ola tira de un pensamiento y te lo deja ahí, viene otra ola que lo tapa y que cuando se va te deja otro regalo mental.

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